Experiencias de aprendizaje en contextos de difícil acceso

Experiencias de creación de capacidades que funcionan en territorios remotos

Capacidades

Educación STEM

Diseño pedagógico

Tecnología educativa

Gestión del conocimiento

Resumen

Diseñar experiencias formativas efectivas en territorios con baja conectividad, infraestructura limitada y múltiples brechas sociales es uno de los mayores desafíos para la inversión social. Este proyecto, desarrollado junto a Colectivo Traso y su aliado Ecopetrol en la Isla de Caño del Oro y corregimientos del departamento de Bolívar, demuestra cómo las Experiencias de Creación de Capacidades, combinando aprendizaje presencial y digital vía WhatsApp, pueden generar aprendizajes significativos, medibles y replicables incluso en los contextos más complejos.

El problema de fondo: invertir en educación sin garantías de aprendizaje

Quienes lideran fundaciones articuladoras de inversión social o programas de sostenibilidad corporativa conocen bien esta tensión: los recursos existen, la intención es genuina, los aliados están comprometidos… pero los resultados educativos no siempre llegan como se espera.

En territorios remotos, el problema no es solo la falta de acceso. Es la dificultad de garantizar aprendizajes que realmente permanezcan, que transformen capacidades y que puedan demostrarse ante juntas directivas, financiadores y aliados estratégicos.

En la Isla de Caño del Oro y en varios corregimientos rurales del sur de Cartagena, esta tensión era evidente. Las instituciones educativas operaban con infraestructuras deterioradas, altas temperaturas, escasa ventilación, conectividad intermitente o inexistente, fallas frecuentes en el suministro eléctrico y, en algunos casos, sin acceso continuo a agua potable. Bajo estas condiciones, cualquier intento de formación tecnológica tradicional estaba destinado a quedarse corto.

Para Colectivo Traso, como fundación que articula inversión social en el territorio, el “trabajo por hacer” no era simplemente ejecutar talleres. Era demostrar que sí es posible crear capacidades reales, incluso en contextos adversos, y hacerlo de una forma que pudiera escalarse, medirse y sostenerse en el tiempo. Para Ecopetrol, el reto era que la inversión social se tradujera en aprendizajes efectivos y defendibles, no solo en indicadores de cobertura.

Aprendizajes que se sostengan y se puedan demostrar

Desde el inicio entendimos que el verdadero desafío no era tecnológico, sino pedagógico y estratégico. Las organizaciones que invierten en educación en territorios remotos no buscan experiencias aisladas ni pilotos “inspiradores” sin continuidad. Buscan modelos que resuelvan tres necesidades clave:

Primero, lograr aprendizajes significativos en adolescentes, incluso cuando las condiciones materiales son limitadas.
Segundo, acompañar a docentes que muchas veces cargan con el peso del proceso educativo sin suficientes herramientas ni apoyo.
Y tercero, contar con evidencia clara de que la inversión está generando capacidades reales y no solo participación momentánea.

Fue desde esa lógica que diseñamos e implementamos las Experiencias de Creación de Capacidades.

La solución: experiencias híbridas de aprendizaje que se adaptan al territorio

Las Experiencias de Creación de Capacidades son experiencias formativas híbridas de cuatro semanas, diseñadas para adolescentes entre 13 y 17 años, que combinan sesiones presenciales cuidadosamente estructuradas con un componente digital intensivo y asincrónico operado a través de WhatsApp, apoyado por herramientas de inteligencia artificial.

La decisión de usar WhatsApp no fue casual. En territorios donde la conectividad es frágil y el acceso a plataformas educativas complejas es limitado, WhatsApp es una tecnología ya apropiada por estudiantes y docentes. Convertirlo en un canal pedagógico permitió garantizar continuidad, bajo consumo de datos y acompañamiento constante sin depender de una conexión permanente.

El componente digital entrega cápsulas diarias que inspiran, explican, desafían y motivan. Cada cápsula combina microcontenidos en múltiples formatos —texto, video corto, audios breves, stickers— con desafíos prácticos que refuerzan competencias de pensamiento de diseño, pensamiento computacional y creación de prototipos. A través de la automatización, el sistema identifica el progreso individual, personaliza el acompañamiento y genera alertas para los docentes cuando un estudiante requiere refuerzo adicional.

Dos perfiles, un mismo objetivo: aprender de verdad

Una de las claves del modelo es que la experiencia no se diseña solo para estudiantes. Existen dos perfiles integrados que permiten que el aprendizaje sea sostenible.

El perfil del estudiante recibe contenidos gamificados, motivación diaria y seguimiento automatizado que lo acompaña durante todo el proceso. Esto reduce la deserción, aumenta la participación y convierte el aprendizaje en una experiencia cotidiana, no en un evento aislado.

El perfil del docente recibe reportes semanales con el estado del grupo, alertas sobre estudiantes rezagados y recomendaciones concretas para intervenir de manera focalizada. En contextos donde los docentes tienen pocos recursos y mucho a su cargo, esta información se vuelve una herramienta clave para mejorar la práctica pedagógica sin sobrecargarla.

Cada experiencia está diseñada para implementarse con grupos de hasta 35 estudiantes por cohorte, idealmente pertenecientes a un mismo curso o grado, lo que facilita su integración al calendario escolar.

Aprender haciendo: el valor del componente presencial

Aunque el componente digital es fundamental, el aprendizaje profundo no ocurre solo en el mundo virtual. Por eso, las Experiencias de Creación de Capacidades incluyen un componente presencial diseñado intencionalmente bajo principios de Behavioral Design, con el objetivo de maximizar atención, motivación y retención.

En el caso de Bolívar, este componente se apoyó en Maker Spaces y espacios de aprendizaje adaptados a la realidad de cada institución. Allí se integraron dispositivos pedagógicos, juguetes STEM y herramientas de prototipado que permitieron a los estudiantes experimentar, equivocarse, iterar y crear.

Las experiencias presenciales se estructuraron en tres momentos clave: una sesión de inauguración que activa la motivación y el sentido de reto; una sesión intermedia de evaluación y trabajo colaborativo; y una sesión de cierre donde los estudiantes presentan sus soluciones, reciben retroalimentación y celebran lo aprendido. Estas sesiones pueden ser facilitadas por docentes locales o talleristas formados, lo que reduce costos y aumenta la capacidad de réplica.

Un momento especialmente poderoso fue la sesión de inspiración global, donde los estudiantes se conectaron virtualmente con pares de otras geografías, como Brasil o Gambia. Para muchos, fue la primera vez que entendieron que sus ideas podían dialogar con el mundo, incluso desde una isla o un corregimiento rural.

Resultados que importan para quienes invierten en impacto

En territorios como Caño del Oro, los resultados más valiosos no siempre se miden solo en números, sino en cambios visibles en la forma de aprender y participar. Sin embargo, desde la perspectiva de la inversión social, este modelo permitió observar impactos claros: mayor permanencia durante las cuatro semanas del ciclo formativo, niveles altos de participación diaria, estudiantes más confiados para enfrentar retos tecnológicos y docentes con herramientas concretas para acompañar el proceso.

Además, el modelo demostró ser escalable y adaptable. Gracias a que el componente digital opera por WhatsApp y de forma asincrónica, la experiencia no depende de plataformas complejas ni de conectividad constante. Esto permitió implementar el programa en contextos urbanos, rurales e insulares bajo una misma lógica pedagógica, con ajustes mínimos.

Para fundaciones articuladoras y empresas con programas de sostenibilidad, este tipo de experiencia responde directamente a uno de sus mayores dolores: cómo transformar recursos en capacidades reales y demostrables, sin depender de infraestructuras ideales que rara vez existen en el territorio.

Lo que deja esta experiencia: una ruta replicable de innovación educativa

La experiencia en Caño del Oro y los corregimientos de Bolívar dejó una lección clara: innovar en educación en territorios remotos no es cuestión de llevar más tecnología, sino de diseñar experiencias formativas que se adapten a la realidad, acompañen a las personas y generen aprendizajes que permanezcan.

Las Experiencias de Creación de Capacidades muestran que es posible combinar presencialidad, tecnología cotidiana como WhatsApp y diseño pedagógico riguroso para crear modelos efectivos, medibles y replicables. Para quienes lideran inversión social, esta no es solo una historia inspiradora, sino una solución concreta a la pregunta que siempre vuelve: ¿cómo aseguramos que lo que financiamos realmente transforme capacidades?

¿Estás buscando experiencias formativas que sí funcionen en territorios complejos?

En Pacto Planeta diseñamos Experiencias de Creación de Capacidades que convierten la inversión social en aprendizajes reales, acompañados y medibles, incluso en contextos de baja conectividad.
Conversemos y diseñemos juntos la próxima experiencia que transforme tu impacto educativo.

Nos tomaremos el tiempo necesario para comprender la visión y objetivos de tu proyecto; ayudaremos a tu organización con estrategias que le permitan crecer y destacar aprovechando la creatividad, los datos y la tecnología.
1. Contáctanos