Huertas que emprenden y empoderan

Mujeres de Soacha cultivan negocios sostenibles y redes en huertas urbanas

Capacidades

Diseño instruccional

Agricultura urbana

Diseño enfocado en género

Experiencia de creación de capacidades

Resumen

En 2024, Pacto Planeta acompañó un proceso pionero en la Casa Social de la Mujer de Soacha. El reto: transformar una huerta comunitaria en un aula viva donde más de 60 mujeres emprendedoras pudieran fortalecer sus microempresas, aprender sobre sostenibilidad y tejer redes de apoyo. De la mano de la Fundación Enel Colombia, la Secretaría de Desarrollo Económico y la Unidad de Emprendimiento municipal, se co‑diseñó una metodología que combinó agroecología urbana, liderazgo y modelos de negocio. En seis meses, se consolidó una red de emprendedoras, se materializaron proyectos productivos y la huerta se convirtió en símbolo de autogestión y comunidad.

En el corazón de Soacha, un municipio marcado por el desplazamiento y la desigualdad, brotan nuevas semillas de innovación social. Esta vez, no desde una gran inversión de infraestructura, sino desde la tierra misma: una huerta comunitaria que se convirtió en escuela de emprendimiento y empoderamiento femenino.

El reto: cultivar negocios en la ciudad

Soacha carece de espacios verdes y programas que vinculen emprendimiento con educación ambiental. Muchas mujeres llevan adelante pequeños negocios sin acceso a redes, financiación ni formación en sostenibilidad. El desafío planteado por la Casa Social de la Mujer y la Fundación Enel Colombia fue claro: ¿cómo crear un proceso formativo que fortaleciera estos emprendimientos, integrara la perspectiva de género y utilizara la huerta como herramienta pedagógica? Teníamos que sembrar no solo alimentos, sino conocimientos y confianza.

“La huerta se convirtió en un espacio de sanación personal y empoderamiento colectivo.”

La solución: una huerta para la formación y el emprendimiento

Nuestro equipo diseñó un modelo de aprendizaje híbrido que combinó talleres presenciales en la huerta, contenidos digitales y acompañamiento personalizado. Cada sesión tenía un componente técnico (agroecología urbana, economía circular, marketing social) y un componente de desarrollo humano (liderazgo, redes de apoyo, gestión del tiempo). La huerta fue el laboratorio vivo donde practicar habilidades productivas, planificar siembras y traducir conceptos en resultados tangibles.

Además de capacitar a las emprendedoras, se vinculó a la Unidad de Emprendimiento de Soacha para que acompañara la adopción de herramientas en sus programas de fortalecimiento. De este modo, la experiencia trascendió el espacio físico de la huerta y se integró en las rutas de aceleración de la entidad, generando valor para futuras cohortes.

Diseño participativo y aprendizaje compartido

Desde el inicio, las propias mujeres lideraron el diagnóstico de necesidades y la planificación del proceso. Se realizaron mesas de trabajo donde identificaron brechas en sus negocios —desde la falta de canales de comercialización hasta la ausencia de políticas de conciliación y cuidado— y priorizaron temas de formación. La metodología combinó:

  • Talleres colaborativos en los que se diseñaron soluciones para sus microempresas, utilizando la huerta como metáfora de planificación y crecimiento.
  • Sesiones experienciales donde, a través de juegos de rol y ejercicios participativos, se exploraron sesgos de género, liderazgo y toma de decisiones.
  • Laboratorios de innovación centrados en la creación de productos con insumos de la huerta (jabones, infusiones, hortofrutícolas), vinculando teoría y práctica.
  • Microaprendizajes digitales mediante WhatsApp para reforzar conceptos, compartir tips de negocio y mantener a la comunidad conectada entre sesiones.

Este enfoque permitió que cada participante construyera su propio camino de aprendizaje, adaptando los contenidos a la realidad de su negocio y compartiendo logros y desafíos con sus compañeras. La Casa Social de la Mujer facilitó el espacio y aportó su red institucional para dar sostenibilidad al proceso.

“Este proceso es transformador porque integra memoria, género y comunidad. Solo así se siembra una verdadera sostenibilidad.”

Impacto sembrado en comunidad y emprendimientos

Al finalizar el proceso, los resultados hablaron por sí solos:

  • Más de 60 mujeres capacitadas, con edades entre los 18 y los 60 años, que fortalecieron sus microempresas y sus habilidades de liderazgo.
  • Consolidación de la huerta como espacio de aprendizaje permanente; hoy se cultivan más de 20 especies alimenticias y medicinales, usadas en los productos y el consumo de las familias.
  • Creación de cuatro líneas de negocio basadas en los conocimientos adquiridos (cosmética natural, huertas portátiles, alimentos saludables y artesanías con reciclaje).
  • Formalización de una red de emprendedoras, que se apoya en temas de comercialización, créditos y compras colaborativas.
  • Inclusión del enfoque de género y sostenibilidad en la ruta de fortalecimiento de la Casa Social de la Mujer y la Secretaría de Desarrollo Económico, asegurando que futuras cohortes repliquen la experiencia.

Los aprendizajes no se limitaron a lo económico: las participantes reportaron mejoras en su autoestima, bienestar mental y sentido de pertenencia. La huerta dejó de ser solo un jardín; se convirtió en un escenario de memoria viva, donde se recuperan saberes ancestrales y se proyectan sueños de independencia económica.

Mirando hacia el futuro

Lo más valioso de esta experiencia es su potencial de replicabilidad. Al integrar la huerta como herramienta educativa, se diseñó un modelo práctico y adaptable a otros territorios y contextos. Pacto Planeta y sus aliados planean escalar este modelo a más barrios de Soacha y otros municipios, articulándolo con incubadoras, cooperativas y fondos de inversión con enfoque de género.

Hoy, cada planta sembrada simboliza una nueva oportunidad: para una mujer que aprende, para un negocio que crece, para un barrio que se transforma. Lo que comenzó como un pequeño jardín en la Casa Social de la Mujer se ha convertido en un laboratorio de innovación social que demuestra que la perspectiva de género, la sustentabilidad y el emprendimiento pueden florecer juntos.

“Todo este proceso de las huertas es muy bonito porque, aparte de que aprendemos a cultivar nuestros alimentos, también se genera un espacio de compartir y de diálogo entre nosotras, que creó una red de apoyo entre mujeres. Fue maravilloso, estoy feliz de compartir todo esto y bienvenidos ustedes también a participar.” – Flor Astrid Acevedo, emprendedora de Soacha.

Nos tomaremos el tiempo necesario para comprender la visión y objetivos de tu proyecto; ayudaremos a tu organización con estrategias que le permitan crecer y destacar aprovechando la creatividad, los datos y la tecnología.
1. Contáctanos